La historia cuenta que propios y visitantes caminan por el centro de Tunja sin darse cuenta que las esquinas tienen su propio nombre y su particular historia, especialmente las edificaciones que rodean la Plaza de Bolívar de Tunja. Como se puede verificar, el perro antes de acostarse da tres vueltas y en Tunja, la tranquila capital boyacense, hay una tradición que se mantiene a pesar del paso del tiempo y que consiste en ir al centro de la ciudad para dar varias vueltas antes de acostarse, como lo hace el perro, bien sea por tedio, aburrimiento o por costumbre, caminar por el centro de la fría ciudad se ha convertido en un ritual, especialmente para los residentes de la ciudad.

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Uno de los mitos tradicionales Chibchas que hablan de la creación de los hombres es el de Bachué, la Madre del género humano.  Las narraciones mitológicas Muiscas indican que, en una región cercana a Tunja, existía la laguna de Iguaque de cuyas aguas emergió Bachué, cubierta de una luz que hizo resplandecer la tierra.  La diosa Muisca sacó consigo de la mano a un niño de tres años con quién bajó de la serranía hacia el llano, donde posteriormente surgió el pueblo de Iguaque, allí construyó una choza la cual se convirtió en la primera vivienda de los Muiscas en Boyacá.

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Entre los Muiscas existía el mito de Nencatacoa, el dios protector de los tejedores de mantas, pintores, y además, el dios de las borracheras. Se representaba en forma de un animal de bosque, en figuras de oro, cubierto con una manta, la cola de fuera. Fray Pedro Simón recogió la tradición de Nencatacoa significa zorra, “Porque la figura de ese animal aparecía varias veces”. Era protector de los tejidos de una industria artesanal que desarrollaron los Muiscas con una gran variedad fibras vegetales, entre las cuales destacamos el algodón y el fique.

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Según la tradición legendaria de los Muiscas, en tiempos remotos gobernó el Cacicato de Tunja el Zaque Tomagatha, un cacique rabón, con cola de león, un solo ojo y cuatro orejas. Los dioses le habían proporcionado una larga vida, pero su figura deforme, bastante extraña y con cola de león, despertaba risas y comentarios malintencionados de los aborígenes chibchas de su Cacicato. Ello lo hizo un gobernante amargado y con mucho odio por los súbditos burlones e injuriosos.

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Según las creencias de los Muiscas del Cacicato de los Zaques, al principio del mundo todo se encontraba en completa oscuridad y solamente existían dos Zaques: El cacique de Sogamoso o Iraka, y su sobrino, el cacique de Ramiriquí.  Para poblar la tierra determinaron hacer todas las personas. A los hombres de tierra amarilla y a las mujeres de hierbas y tallos huecos y verdes.

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