Monumento A La Raza Indígena

Se localiza en la glorieta del Norte de la ciudad de Tunja, en donde se bifurcan las vías para Sogamoso y Bucaramanga. El monumento a la Raza Indígena, con el cual se recuerda el sacrificio de Aquimín, el último Zaque de Tunja. Según los cronistas indianos, Aquiminzaque sucedió a Quemuenchatocha en el Cacicato del Zaque de Tunja. 

Los españoles hostigaban constantemente a Quemuenchatocha para que les entregara todos sus tesoros. Ante ello, el Zaque siempre hizo resistencia de silencio, pues rara vez respondía a las preguntas que le hacían; siempre guardaba silencio ante los halagos o las duras torturas a las que era sometido.

En una ocasión, Quemuenchatocha dijo a los invasores: "Mi cuerpo está en vuestro poder, disponed a vuestro antojo, pero en mi voluntad mando yo". El Zaque murió en Suesca, lleno de tristeza y silencio, ante la poca ayuda de los Hunzas, quienes no lo defendieron durante los días de la mayor violencia en la época de la conquista.

Los españoles nombraron a Aquimín, sobrino de Quemuenchatocha para que lo sucediera en el Zaquezasgo, y como era necesario un descendiente, los Hunzas consideraban muy importante buscar la esposa apropiada y realizar el matrimonio lo más pronto posible. La mujer escogida fue la hija del Cacique de Gámeza. La noticia del matrimonio fue muy acogida por todos los Hunzas y los cacicatos vecinos; y para su celebración se hicieron grandes preparativos, varias comisiones de pueblos vecinos se trasladaron a Tunja.

Los españoles pensaron que se estaba preparando una insurrección indígena; pues en ese momento se presentaban varias rebeliones contra los conquistadores; entre ellas, las de los indios Muzos, Sutas, Saboyaes, Motilones, Panches y otros. El problema principal que tenían los españoles era la escasez de las armas para afrontar la gran sublevación que se creía iba a ocurrir, como la sducedida en México con Hernán Cortés en la llamada "Noche Triste".

El conquistador Hernán Pérez de Quesada y los miembros de la Hueste hispánica, decidieron eliminar a los caciques indígenas, posibles autores de la insurrección aborigen, según ellos era indispensable hacer justicia contra los subversivos indígenas, y dar él escarmiento para los conquistadores.

La decapitación de Aquiminzaque y sus caciques amigos se decretó en el año 1540 en la plaza mayor de Tunja, ante la picota, símbolo de la justicia hispánica. El conquistador Hernán Pérez de Quesada envió a sus capitanes para que comunicaran al Zaque, Aquimín sobre la última decisión. Con tranquilidad, el último Zaque de Tunja dijo a los emisarios: "Dí a vuestro general, que le debo el gran valor de quitarme de una vez y para siempre una vida que diariamente me quitaba; y puesto que me hizo cristiano al robarme el poder temporal, no apresure tanto la muerte, ya que lo eterno nunca podrá robármelo". Y con una sonrisa de ironía despidió a los enviados que le trajeron la noticia de su muerte próxima. Al día siguiente, en la plaza de Tunja, en presencia de todo el pueblo muisca y de los conquistadores españoles fueron decapitados Aquimín, el último Zaque de Tunja y los caciques de Toca, Samacá, Turmequé Suta y Boyacá, y otros indígenas.

A otros caciques e indígenas se les dio tormento. Así fue decapitado el último Zaque de Tunja con sus compañeros caciques muiscas. El pueblo muisca de Tunja calló ante este sacrificio; fue el silencio de la raza derrotada ante la conquista española. Como un homenaje a Aquimín, el último Zaque de Tunja, fue realizado por el escultor zipaquireño Don Miguel Sopó Duque en el año 1964. Consta de las siguientes figuras: un hombre caído que simboliza el Cacique Aquiminzaque. Una mujer de pie que simboliza la sangre aborigen, representada en Adeizagá, la hija del Cacique de Gámeza, la prometida para su matrimonio en Tunja. Esta era una composición originalmente conformada por tres figuras, una mujer andante, un hombre yacente herido y moribundo. Ambos tallados en piedra con un peso total de 8 toneladas aproximadamente. La figura del hombre caído simboliza el gran Aquiminzaque, la de la mujer es el símbolo de la sangre aborigen que circula por nuestras venas. La tercera figura era prevista para realizarse en bronce que nunca se elaboro era la representación de un aborigen vigoroso, de cinco metros de altura, la falta de esta última escultura hace que la composición permanezca incompleta.

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